Fade Into You

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I want to hold the hand inside you
I want to take a breath that's true
I look to you and I see nothing
I look to you to see the truth
You live your life
You go in shadows
You'll come apart and you'll go black
Some kind of night into your darkness
Colors your eyes with what's not there.

Fade into you
Strange you never knew
Fade into you
I think its strange you never knew.


Lágrimas, cuántas lágrimas mojan mi laptop.
Cuántas veces más tengo que llorar por ti.
Cuántos duelos por saberte perdido.
Cuánto me duele no tenernos.

Lágrimas por la música que nos envuelve en nosotros mismos.
Necesito dejarte ir, necesitas dejarme ir.
No tengo la fuerza para dejarme ir.
Perdido estoy, perdido en ti.

El deseo a las diez de la mañana*

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Enero veintitantos de dos mil dos, mi respiración acelerada generada por el frío de las siete de la mañana empañaba mis lentes Max Mara, caminaba consuetudinariamente tarde por el campus de la Universidad a mi clase de Derecho Fiscal. Vestía unos pants comodísimos a sabiendas que, alredor de las diez de la mañana, tendría mi primer cita en uno de los jardínes de la Facultad de Informática.

Solía bajar a los baños justo a las ocho de la mañana porque sabía que me encontraría en los mingitorios con el pito orinando de Roberto, un tipo tan encantador como chaparro. Pero esa mañana solo pensaba en Antonio, en el guapo que sabía que me encontraría en menos de dos horas. Mis ganas de conocerlo superaban mis ganas de encontrarme con el pito de Roberto.

Camino a mi cita me puse los audífonos del discman, escuchaba a Natalie Imbruglia y bebía un café americano insípido e hirviente. Sudaba mezclado con Expedition de Náutica. Había llegado diez minutos antes justo en los jardínes acordados. Diez en punto de la mañana, mi cuerpo se levantaba para saludar a Antonio, al tiempo que mi pito también lo hacía mientras ponía una de sus manos sobre la michelin de mi espalda baja.

Afortunadamente nos sentamos y como pude oculté la tremenda erección que me había provocado conocerlo. Describirlo me habría provocado muchas erecciones más, porque su erotismo no era por su belleza física que por sí misma llamaba mi atención, sino por el exquisito olor de su loción mezclada con su piel, sus labios perfectos humectados seguramente por labello y el lado femenino de su mirada inquieta sobre mi sobrepeso. Me gustan así como tú. Asi como yo preguntaba al tiempo que lubricaba por primera vez en público.

Estuvimos tan cerca de la gloria, nuestros cuerpos tan juntos, pudiendo sentir su respiración cerca de una de mis orejas y con esas ganas de no soltarle. Pero se acabó la cita y cada quien se fue por donde vino con todo y el deseo tembloroso de un beso jamás dado.

*Texto basado en "El Deseo" de Jacka (Killer Queen), autora de Esta Boca Es Mía

A Sorta Fairytale: Primera Parte

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Tu piel rosada llena de vellos me habría hecho sentir la erección más dura en veintiocho años. Pensaba que eras pretencioso y superficialmente proporcional a mis prejuicios por los de tu tipo. Me gustaba juzgarte por tu belleza material, me esforzaba muy poco en llamar tu atención, vacilaba en sentirme distante de tu energía que robaba mis sueños por alguien como tú.

Tu labio inferior delataba mis nervios cuando estuve contigo por primera vez;  recuerdo estar ausente de cualquier expectativa; tu labio inferior me causó tanta curiosidad por el contraste en su grosor con tu labio superior. Olías a Armanimanía y vestías de Pull & Bear, me habrías puesto más nervioso de haber sabido que era una cita. Me contabas que estabas en el octavo semestre de Diseño Gráfico, mientras yo te contaba una sarta de estúpideces que evidenciaban mi falta de experiencia con los de tu tipo. Me impactaba tu risa, tu voz y tu sonrisa angelicalmente diabólica.

Volveríamos a vernos varias veces más, me contabas de tu ex novio y yo te contaba cosas que te parecían interesantes, profundas y encantadoras como semanas después me habrías de confesar. Poco me importaba tu corazón porque no tenía ningún interés romántico en ti. Estabas muy lejos de parecerme alguien para mi. Descubiertos por el sol queretano del invierno de febrero, tus brazos blaquísimos y tu nuevo corte de cabello llamaban exageradamente mi atención. Coqueteabas conmigo sin darme cuenta, me enviabas textos cada que se te pegaba la gana, tantos que pensé que estaba soñando.

Me confesaste entonces los secretos más íntimos, que me resultaron impactantes como si quisieras alejame de ti. Tu labio superior me causaba gracia, tus grandes ojos aceitunados me miraban de tal forma que me incomodabas y me ponías más nervioso. Lejos de alejarme me acerqué más y más a ti, contigo, conmigo. Jugabamos a preguntas rápidas con el afán de descubrirnos sin titubeos.

Envidiaba tu metabolismo que consumía tantos carbohidratos como sabritas con valentina, salsa maggie y limón. Montarme en tu auto me hacía sentir bien, me gustaba conectar mi viejo iPod a tu stéreo y escuchar a "La Casa Azul", "Tori Amos", "Rachael Yamagata", "Cat Power", y el soundtrack de "I'm Not There". Estabas guapísimo aquél día que me robaste un beso en la banquita de Plaza de Armas. Pasaban de las 12 de la noche y aunque ambos teníamos que madrugar, el tiempo en horas se reducía a minutos.

... continuará...